| Amas demasiado? Recupera el equilibrio Quizá en alguna ocasión haya dedicado al amor toda su voluntad, relegando a segundo plano otros aspectos importantes, como trabajo, estudio, amistad y familia. Vivir en función a este sentimiento, sin duda, genera frustración y enorme vacío. “Él es todo para mi”, “sin él, mi vida no tiene sentido”, “me siento infeliz cuando no me llama o no lo veo”. A simple vista, estas frases podrían sugerir que una mujer realmente ama a su pareja, y es probable que en alguna ocasión las hayamos dicho. Sin embargo, al estar convencidas de lo que expresan, si el ser amado se convierte en el eje de nuestra vida y restamos importancia a las demás actividades, estamos amando sin equilibrio.
Dicha situación es abordada por la psicóloga estadounidense Robin Norwood en su libro Las mujeres que aman demasiado , célebre bestseller en el que explica que tal concepto no significa enamorarse con frecuencia ni sentir amor verdadero e intenso por otro ser. Se refiere a la obsesión por un hombre y creer que es “amor”, permitiendo que controle nuestras emociones y gran parte de la conducta y, si bien comprendemos que ejerce influencia negativa sobre la salud, nos sentimos incapaces de liberarnos. “Parte de esta problemática se asocia al proceso de socialización de los seres humanos, en el cual hay reglas. Una de ellas, por ejemplo, refiere que la mujer debe sentirse protegida, por lo que se le inculca que lo primero es el matrimonio y, por ende, la pareja. Asimismo, existe el llamado machismo benevolente, que encumbra a la mujer en un pedestal debido a su capacidad de ser madre, pero le impide bajar y realizar otras actividades”, explica el Dr. Rolando Díaz Loving, director de la Unidad de Investigaciones Psicosociales de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Perder el equilibrio al amar constituye experiencia dolorosa e insatisfactoria que muchas mujeres hemos vivido al menos en alguna ocasión. Se convierte en problema cuando este tipo de vínculos se repiten una y otra vez, y se llega a creer que así deben ser las relaciones de pareja; de hecho, quienes están convencidas de ello se obsesionan a tal grado que apenas pueden funcionar como personas.
Formas de amar
Resulta interesante preguntarnos si nuestra forma de amar es diferente a la de los hombres. La información genética entre ambos sexos es básicamente igual, pero conviene considerar que donde existe mayor variabilidad entre los géneros es en torno a dicho sentimiento.
Tomando en cuenta lo anterior, es posible determinar la existencia de patrones diferenciales en la forma en que ellos y nosotras vivimos el amor; incluso, durante la vida nómada los contrastes eran menores. Se sabe que hombres y mujeres se dedicaban a la caza y, además de su relación de pareja principal, tenían otro vínculo sentimental, ya que el medio en el que vivían era peligroso y la pareja podía perecer.
“Un cambio fundamental en la forma en que los seres humanos viven el amor tiene lugar cuando dejan de ser nómadas y se convierten en agrícolas. En ese momento se favorece la poligamia masculina y, por otra parte, la moral en la mujer; con ello aparece otra forma de compromiso vinculado a la norma social que indica que la pareja estará junta hasta que la muerte los separe”, describe Díaz Loving. Hacia el siglo XX adquiere importancia el amor pasional, el cual es sexual e incorpora aspectos más relacionados con la emoción que con lo romántico.
Por otra parte, el proceso por el que pasa una relación está conformado por periodo de 3 a 4 meses de enamoramiento, seguido de 1 a 4 años de apego. “Parece ser que, en general, los hombres tienden a enamorarse más rápido y más veces que las mujeres, debido a que su respuesta emocional y afectiva es mucho más rápida y pasional, pero de corta duración. Por lo tanto, ellos tienen más parejas en su vida, aunque esto no significa que las mujeres no tengan la misma cantidad de relaciones, pero el proceso del amor en ellas es más paulatino y de larga duración”, aclara el catedrático de la UNAM.
¿Por qué se ama en exceso?
Sin duda, esta pregunta tiene numerosas respuestas, que van desde la educación tradicional y restrictiva, provenir de hogares poco afectivos, divinizar el amor y confundir este sentimiento con el deseo sexual.
De acuerdo con Robin Norwood, las mujeres que hacen del amor un absoluto, en general, provienen de un hogar que no satisfizo sus necesidades emocionales; al haber recibido poco afecto tratan de compensar esta necesidad insatisfecha proporcionando cariño a hombres que parecen necesitarlo, y como no convirtieron a sus padres en seres atentos y afectivos, tratan de cambiar la conducta de varones inaccesibles. No creen merecer la felicidad; necesitan controlar sus relaciones y tienen tendencia a sufrir episodios depresivos.
Otra respuesta la proporciona la investigadora e historiadora norteamericana (ahora de nacionalidad alemana) Shere Hite en su libro Informe Hite: mujeres y amor , el cual incluye las experiencias, testimonios e historias de 4,500 mujeres en torno a sus relaciones de pareja. Plantea que a la mujer todavía se le educa para que haga del amor el eje de identidad en la vida, y resulta asombroso que se le culpe por hacer lo que la situación social le exige.
Por su parte, divinizar el amor y hacer de la otra persona un absoluto son tan solo dos de los errores más comunes que plantea el psiquiatra español Enrique Rojas en El amor inteligente , toda vez que se sitúa al ser amado en pedestal psicológico. Esto ocasiona que se le conciba como parte fundamental de la felicidad personal, tal como lo ilustra una de las frases que mencionamos al inicio de este artículo: “Me siento infeliz cuando no me llama o no lo veo”. Es preciso tomar en cuenta que la felicidad real, sólida y coherente no debe girar sólo en torno a una persona, pues para que adquiera tales características debe estar constituida por el amor —a uno mismo y a quienes nos rodean—, trabajo, cultura, amistad, diversión y descanso.
La confusión o percepción del deseo sexual como sinónimo de amor es lo que el psicoanalista alemán Erich Fromm denomina “amor erótico”, al cual considera como la forma de amor más engañosa que existe. De hecho, en El arte de amar indica que lo erótico es confundido con el enamoramiento, y debido a que la mayoría de la gente une el deseo sexual con la idea del amor, con regularidad caen en el error de creer que se ama cuando en realidad se desea físicamente.
¿Amo demasiado?
De acuerdo con Robin Norwood estamos amando demasiado cuando:
Estar enamorada significa sufrir. La mayoría de nuestras conversaciones con amigas íntimas son acerca de él, de sus problemas, ideas y sentimientos, y cuando casi todas nuestras frases comienzan con “él...”. Disculpamos su mal humor, pésimo carácter, indiferencia o desaires como problemas debidos a una niñez infeliz, y tratamos de convertirnos en su psicoterapeuta. Leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudarían a él. No nos gustan muchas de sus conductas, valores y características básicas, pero las soportamos con la idea de que, si tan sólo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas, él querría cambiar por nosotras. La relación perjudica nuestro bienestar emocional y, quizá, la salud e integridad física.
En la balanza
Hemos llegado a un punto clave: la elección de la pareja. Es una de las experiencias más importantes de la vida porque de su acierto o error dependerá nuestra estabilidad física, emocional y espiritual. “En ese sentido, yo creo que estamos en una etapa muy desequilibrada, todavía regida por las reglas del pasado. Me refiero a las que establecen que el hombre adecuado debe ser galán, fuerte y carismático, más que un varón tranquilo, que sepa dar un lugar y compartir, confiable y que le permita a su pareja crecer. En la actualidad, todavía se observa que la elección de la pareja se basa en cómo luce el ‘paquete’ por fuera, y se sabe poco sobre su estilo de negociación, forma de comunicación e identificación del tipo de personas con quienes es posible construir una relación equilibrada”, advierte el Dr. Rolando Díaz.
Cuando sobreviene la decepción y la ruptura es común que los implicados se pregunten “¿por qué me pasa esto a mí?”. Este cuadro resulta muy interesante, pues cuando una persona sale de una relación “tóxica”, al poco tiempo vuelve a caer en el mismo tipo de vínculo, porque de nuevo se basa en el mismo criterio para elegir a la pareja.
“En ello, las emociones juegan preponderante papel; por ejemplo, al preguntar dónde se siente el amor, muchas personas responden que en el estómago, como mariposas revoloteando. Ésa es la manera en que ‘saben’ que están enamoradas, por lo que al experimentar dicha sensación la asumen como un síntoma de tal estado”, ilustra Díaz Loving.
En el caso de los adolescentes y adultos jóvenes —agrega el experto—, alto porcentaje encuentran pareja en espacios como la playa, antros o gimnasios. ¿Qué se hace en estos lugares?, actividades físicas y/o recreativas que estimulan la producción de endorfinas u hormonas del bienestar, así como diversos cambios fisiológicos. ¿Cómo se interpreta lo anterior?: “estoy feliz en este lugar porque me encuentro con tal persona”. Sin embargo, abunda el especialista, “Se está haciendo mala interpretación de la respuesta fisiológica, la cual se asocia con el amor, por lo que de ahí en adelante el individuo en cuestión será maravilloso. Tiempo después, al desaparecer el enamoramiento, apreciamos a la persona como es en realidad, lo que muchas veces ocurre cuando ya estamos casados y con un hijo”.
Por tanto, considere que quienes producen mejores relaciones poseen una serie de características que todas debemos considerar antes de aceptar a una pareja. Así que tome nota: son cariñosos, responsables, trabajadores, generan comunicación bidireccional y su estilo de amor se basa en una conjunción de amistad, altruismo, sensualidad, erotismo y pragmatismo.
“Hay individuos con mayor conocimiento sobre el mantenimiento de una relación, el cual incluye la búsqueda de soluciones equitativas y diplomáticas, crear mayor cantidad de momentos felices que situaciones difíciles (sabemos que se requieren 10 momentos felices por uno que es infeliz) y ser creativos; esto último a fin de cambiar la rutina y enriquecer la relación. Si formamos parejas con este tipo de personas vamos a ser más felices; sin embargo, eso todavía es un problema porque gran cantidad de sujetos no poseen tales características”, acota el Dr. Rolando Díaz Loving
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